En la antigüedad, los filósofos griegos, hindúes y árabes diferían en sus creencias acerca de si la luz viajaba a velocidad finita o si tenía una rapidez infinita (Empédocles, Aristóteles).
Más recientemente, Johannes Repeler (1571 - 1630), Francis Bacon (1561 - 1626), Descartes (1596 - 1650) y muchos otros filósofos y matemáticos argumentaron a favor de que la luz viajaba a velocidad infinita.
El primero que descubrió experimentalmente que la luz viaja a gran velocidad, pero no a una velocidad infinita, fue el astrónomo danés, Ole Christensen Rømer (1644 - 1710), en el año 1676. Observando y midiendo los tiempos de los eclipses de la luna Io de Júpiter, la que está más cerca del planeta que las otras tres conocidas en ese tiempo, descubrió que los tiempos entre dos ocultaciones del satélite, aumentaban cuando Júpiter estaba a mayor distancia de la Tierra. Supuso, y supuso bien, que Io no cambiaba su velocidad de traslación por el hecho de que Júpiter estuviera más lejos. Entonces, la diferencia de tiempo sólo podía deberse a que la luz tardaba más en llegar a la Tierra cuando Júpiter estaba más lejos. Este fue un descubrimiento que hace a Ole Romer acreedor del agradecimiento de la humanidad. Desde entonces ya sabemos con certeza que la luz tiene una velocidad limitada.
En 1728, la comunidad científica aceptó definitivamente que la velocidad de la luz es muy grande, pero finita, cuando el astrónomo inglés James Bradley (1693 - 1792) mediante comparaciones de la velocidad de la Tierra en su órbita, dedujo que la velocidad de la luz era de 298.000 km/seg.
Un siglo más tarde, en el año 1849, Hyppolite Fizeau (1819 - 1896), llevó a cabo un experimento que era conceptualmente similar a otro propuesto por Galileo. El resultado encontrado fue que la velocidad de la luz es de 313.000 km/s. Poco después, en 1862, el físico francés Leon Foucault (1819 - 1868) introdujo mejoras en el método de Fizeau y encontró un valor estimado de 298.000 km/seg.
El método de Foucault también fue usado por Simon Newcomb y Albert Michelson, Este último comenzó su larga carrera científica replicando y mejorando este método. En 1926, Michelson utilizó espejos rotatorios para medir el tiempo que tardaba la luz en hacer un viaje de ida y vuelta entre la montaña Wilson y la montaña San Antonio en California. Las medidas exactas dieron como resultado una velocidad de 299.796 km/seg.
Utilizando sus ecuaciones, Maxwell predijo la existencia del "ondas electromagnéticas" y avanzó la idea deque la luz era simplemente una onda electromagnética que se propaga a través del éter.Lo más interesante, en lo que ahora nos ocupa, es que, trabajando con sus ecuaciones, Maxwell dedujo que la luz se propaga a una velocidad de 300.000 km/seg. Esto es una demostración de la enorme capacidad que tienen los modelos matemáticos para predecir los comportamientos de la materia, incluso sin necesidad de la observación experimental. La observación confirmó posteriormente esta genial deducción.Desde el 21 de octubre de 1983, la velocidad de la luz en el vacío es por definición una constante universal y su valor está establecido en 299.792.458 m/seg. De ordinario se utiliza el valor aproximado de 300.000.000 m/seg y 300.000 km/seg. Se simboliza con la letra c (del latín celerites, celeridad o rapidez), y también es conocida como la constante de Einstein.
James Clark Maxwell
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